NOCHE POÉTICA

NOCHE POÉTICA

POESÍA
La poesía es tan solo otro camino
distinto hacía la temida muerte.
La poesía es el placentero orgasmo
del corazón y sus sentimientos.
Y yo un lujurioso peregrino
que camina errante entre los versos.

R.S.V.



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lunes, 31 de diciembre de 2012

La ascensión del suicida


Ángel caído:  Desnuda el canto estirpe de la luz
sagrada, heraldo de la deidad Empírea,
y acógelo así, en tu albura penígera
para bendecir sobre el cielo azul

La divina inmortalidad de su alma.
Celebra allí, en donde no existe el tiempo,
la ascensión del alma sobre su cuerpo.
Mas brinda con el icor de quien te ama

Si repudia al espectro de la luz
que asciende ingrávido hacia la promesa
que vibra aún en la voz de su Diestra eterna,
pues bien porta el cetro de la virtud.

Pero si es la inmensidad de su reino
lo acoge la voluntad de tu Dios,
sánalo, pues viene herido de amor
y su muerte no es digna del infierno.

Ángel:  Calla, o aplica en ti tus propias palabras,
pastor de réprobos pecadores,
tú que ensucias sus puros corazones,
acoge en tu flamígera morada

El alma de aquel que muere en pecado.
Tú, estirpe impura de la oscuridad,
Ángel supremo del vacío infernal,
sacia la voluptuosidad de tu ánimo


Bajo el  cobijo de tus alas negras.
Porque aunque mi Señor creara la muerte
a la par que la vida, no concierne
al mortal despojarla de sus venas.

Cierto es que dio su vida por amor
rendido a la inquietud del sentimiento,
pero al contradecir la ley del cielo
no es digno del amplio reino de Dios.

Ángel caído:  ¡Lo que se contradice es tu actitud!
¿no es digno dar la vida por amor?
Entonces, dime tú ¿Qué fue de tu Dios?
¿No encarnó al amor clavado en la cruz?

Dios:   El Destino rinde a mi voluntad
como fulgor de inasible tributo,
la luz de sus almas y en absoluto
concierne a vosotros su impunidad.

Ángel: ¡Oh, Señor! Hágase tu voluntad
así en la tierra como en tu amplio reino,
y no nos abandones en el fuego
sempiterno, donde arde todo el mal.

Empero, sacia la furia de tu ánimo
condenando al infierno a aquel mortal
que burla el dominio de tu piedad
entregándose al placer del pecado.


Ángel caído:  ¡El placer es un derecho del hombre!

Ángel:  ¡Calla marfuz, cornígero insensato,
pues luz y oscuridad tiene el pecado
que el filo de tu elocuencia corrompe!

Y aunque el placer no ha sido aquí la ofensa
así has corrompido el alma que asciende
procurándole su trágica muerte
en el pulso eterno de la conciencia.


DIOS:  En verdad te digo, aplaza tu canto
¡Oh! Fiel heraldo de mi voluntad,
pues cierto es, que lo hice digno del llanto,
y los delirios de fragilidad

Que inundan su alma, no deben por tanto
saciar la prominente oscuridad,
porque aún no concierne al profundo espanto
el dominio de su inmortalidad.

Pues en nombre de la luz determino
dejarlo en un autolítico intento
para que pueda aún labrar su destino.

Ya que lo hice digno del sentimiento.
Y que en soledad salde el desatino
bajo el látigo del remordimiento.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Entrevista de Enrique a Rubén Suárez para su blog La luz no es nuestra

Os dejo la entrevista que me ha hecho Enrique para su blog "La luz no es nuestra", creo que no tiene desperdicio, os animo a leerla: 

Enrique: ¿A qué edad comenzaste a escribir poesía? 

Rubén: Desde que tengo uso de razón, siempre me ha gustado el mundo de la literatura, pero especialmente por la poesía empecé a sentirme atraído hacia los diez años, ya entonces escribía mis primeros versos, con la ilusión de publicarlos algún día. Parecía un impulso más de la infancia del que nadie se percataba. Según pasaron los años, dejé de escribir salvo algún poema puntual, o algunas reflexiones que llamaba “Cartas a la papelera”, eso que casi todo el mundo hace y tan pocos descubren. Apenas rebasada la mayoría de edad, volvió a brotar parece ser, con más fuerza mi vocación poética, y empecé a añadir métrica a mis rimas, de hecho en mi primer poemario se aprecia en la división de los dos capítulos, el cambio. Desde ese cambio todos los versos que he escrito están moldeados por la métrica, tanto en mi segundo libro como el que será el tercero.

Enrique: Para ti, ¿cuál es la naturaleza de la poesía? ¿Cómo surge un poema?

Rubén: La naturaleza de la poesía es el sentimiento, su fauna, las visiones de la memoria y su flora se podría decir que son las voces que limitan lo consciente de los inconsciente. La manera en la que surge un poema es espontanea, a veces incluso impulsiva, otras veces viene enmarañada de pensamientos retroactivos que el látigo de la memoria agita o desenvuelve, (también puede surgir y esto contestaría a la vez la pregunta DE dónde surge un poema) en el reflejo de una mirada, o cualquier acción mundana que nos abarque. En cualquier caso inesperadamente.

Enrique: ¿Qué usas para escribir o cuáles son tus inspiraciones?

Rubén:La inspiración, como decía es una musa caprichosa e impulsiva, es inútil buscarla, Aunque Celaya decía que la inspiración es un mito. Para escribir poesía uso las manos…es broma, uso la memoria, los sentidos, y masturbo el alma hasta que eyacula el verso que simplificado en palabras, me exprese, incluso en el reproche del otro “yo”. La inspiración siempre ha sido metódica y ha evolucionado sus aspectos dentro de mi en cada libro, o en cada época, generalmente suelo leer antes de escribir, o encender alguna vela o incluso incienso, o por ejemplo la inspiración de mi tercer libro viene siendo bacanal y osado en la búsqueda de lo inconsciente, pero lo que nunca ha cambiado ha sido la necesidad de despojarme de todos los relojes que haya al alcance para escribir, pues los grilletes del tiempo limitan la voluntad de la inspiración.

Enrique: ¿Cuáles son tus máximos referentes poéticos actuales?

Rubén: La poesía que más me gusta, y con la que más me siento identificado y creo que mi poesía es con la del romanticismo. Con la poesía de hoy en día no me identifico demasiado, ya no solo por su abolición de la métrica y de la rima,( pues hay muy bellos poemas en prosa) sino, porque en muchos casos (más de lo que debiera) la veo superflua, creo que algunos contenidos, estereotipos y versos que de tan repetidos carecen de belleza, se basan en el miedo de conocerse o intimar con el papel, quizá este miedo erradica en la limitación que un autor tiene si escribe desde la opinión de los demás, por eso mismo pienso a veces que hay cosas que se escriben y no se piensan en la poesía actual por el mero hecho de que queda “bonito”. Mis referentes actuales son Enrique Bunbury, al que considero a la vez que músico, poeta, Yolanda Castaño, un joven Aitor Cuervo, no sé con certeza cuanto abarca el termino actual, pero si es de los últimos tiempos Roberto Juarroz, Luis Rosales, José Hierro y mis poetas preferís y máximos referentes son: C. Baudelaire, A. Storni, A. Bécquer y Pizzarnik, otros como O. Wilde, Poe, Shakespeare, Darío, Rilke, Lorca, W. Blake o Panero también me gustan.

Enrique: ¿Un poemario que te hubiera gustado escribir?

Rubén: Pues puedo agradecer a las musas que el que estoy escribiendo, pero sin duda, me hubiera gustado escribir “Las Flores del Mal”.

Enrique: ¿Qué esperas de la acogida de tus poemarios?
Rubén: La inmortalidad. Es lo único de lo que me importa que me queda por conseguir, es decir, no busco un premio, ni enriquecerme, La prostitución de mi alma ha sido y está siendo bien valorada, ha provocado lágrimas, besos, sonrisas, abrazos, pensamientos,sexo, sentimientos, miradas, silencios, VERSOS…todo esto llena a cualquier autor, y sacia su sed de ilusiones, aunque la que me queda, y de la que solo podré ver sus cimientos a lo sumo, es la inmortalidad.

Enrique: ¿Ha sido difícil conseguir la publicación de tus poemarios? Cuéntanos un poco cómo fue el proceso. 

Rubén: Es más difícil ser leído que ser publicado. Cuando te decía al comienzo de la entrevista que dejé de cierto modo de escribir, en parte es por esto, porque ves muy difícil que se cumpla ese sueño, y más con la poesía. El primer libro “Noche poética” fue autoeditado, es decir, basta con reunir todos tus poemas, registrarlos en la propiedad intelectual, y llevarlos a una imprenta, para después llevarlos al depósito legal, el único requisito de este procedimiento es que el autor pague todos los gastos, aunque también es verdad que descontando el pago a la imprenta, y el registro, todos los beneficios son para él.

Mi segundo libro, “ Alaridos de un Poeta” es a través de una editorial. En este procedimiento el autor debe seguir los primeros pasos del otro procedimiento, pero si es aceptado por la editorial, no deberá pagar gasto alguno salvo si es coeditada la edición. También es cierto que los beneficios económicos son más limitados por su comercialización pues se han de repartir entre distribuidoras y las propias tiendas que son las que mayor parte se llevan del precio de venta al público. Si, paradójicamente la tienda se lleva más que el propio autor. (Aunque si te haces con unos ejemplares puedes hacerlos la competencia)

Enrique: ¿Te sientes respaldado y correspondido por el mundo de las letras español?

Rubén: Me siento respaldado por mis lectores/as única y exclusivamente.

Enrique: ¿Tienes en mente escribir en prosa, una novela, relatos… etc.?
Rubén: si, de hecho espero que mi cuarto libro no sea de poesía, tengo en mente un teatro, una novela empezada que no sé sinceramente si llegaré a terminar, y algunas otras novelas en mente que seguramente vean la luz antes que esta que tengo empezada. Con las novelas me he pasado siempre igual, no es la primera que he empezado pero siempre acabo denudándome en poesía. Seguramente, (porque me conozco) vea la luz antes el teatro que la novela, aunque sea menos comercial. Escribir poesía en prosa, también lo quisiera hacer, pero no quiero escribir la prosa que como te decía antes, se escribe hoy, una prosa de palabras, yo si algún día hiciera poesía en prosa sería una prosa de silencios, y tengo algunos poemas que he escrito en prosa, y que no he publicado salvo por las redes sociales, aún así, creo que no es el momento aún.

Enrique: En estos tiempos tan difíciles económicamente, ¿aún se puede vivir del arte? 

Rubén: No. Ni ahora, ni hace una década. Ahora lo que se vende es la novela comercial, y el esnobismo literario que surge como un rumor, como por ejemplo estas historias de vampiros que ya el romanticismo imprimió de forma insuperable. No se puede vivir de la literatura hasta que por calidad o por suerte se arrase con un libro tuyo, entonces, a partir de ahí, publiques lo que publiques será vendido, y quizá puedas vivir del arte con poner tan solo tu nombre en la portada. Además el “gobierno” no nos ayuda nada con los recortes que ha sufrido la cultura. “La gente no lee, y la que lee, lee lo que lee la gente”, pero lo que cada vez lee menos la gente es Poesía. 

Enrique: ¿Qué consejo darías a todas aquellas personas que quieren hacerse un hueco en el mundo de la literatura actual? 

Rubén: Que arañen la puerta hasta que se queden sin uñas, y si aún no abren, que llamen con los nudillos. Que apueste todo y cuanto haga falta por su sueño literario, que contradiga a quien se lo impida o dificulte (una anécdota es por ejemplo que al publicar mi primer libro algunos veían un derroche en la cuantía que equivalía editar mi primer libro, y otros un derroche de tiempo el escribirlos)que vallan a recitales, que aprovechen la red, que acepten las criticas y se pregunten el por qué sin ofenderse, que sea el más duro crítico consigo mismo, que se acostumbren a pedir limosna a las estatuas como Diógenes, que escapen del molde literario y se descubran así mismo sin miedo a traspasar lo establecido, que no midan su carrera por el número de obras, sino por su calidad, en fin que no se rindan y que siempre alberguen (como decía Darío) una sed de ilusiones infinitas.

Muchas gracias Enrique por tu entrevista, me siento muy halagado. 

Deseo a tus lectores y a los míos, Salud, Sexo y Poesía.

Rubén Suárez Valverde.

sábado, 1 de diciembre de 2012

El látigo de la memoria ( A mi sobrino Álvaro Suárez)


Dije el otro día que estaba escribiendo uno de los poemas más íntimos de mi vida, pues a este me refería se lo dedico a mi sobrino Álvaro:

Lloraban un cuerpo rígido: el mío.
Y arropando el caos de un último adiós
suplicaban la palabra de Dios.
Realmente mi cuerpo estaba vacío,

Tan solo era el límite de los hombres,
ya no era más de lo que podían ver,
a lo sumo era el sudario del ser
o el escenario feroz de dos pronombres.

Mil rayos cárdenos, voces, visiones…
Descendí de la inefable tormenta.
La mirada brotó sin darme cuenta
mientras la vida inflaba mis pulmones.

Y sentí el llanto maternal flamígero
quemando cada uno de mis rincones…
yo me sentía enfundado en confusiones
interrogando al pensamiento alígero.

La noche dolía pero no lloré
¡Ah! Ni me arrepentí, ni me arrepiento,
pero desde el alma juro que te miento
si digo que de ti no me acordé.

Entonces todo se tornó en realidad
y te juro que no lloré llorando,
y te juro que lo sigo pensando
y te juro que estoy loco de verdad,

Y que solo la poesía me sostiene
y mitiga la inquietud que me habita.
Que poesía es el rumor de esa carita
y la dulzura que tu risa tiene.

Desahucié el alma en la sordera
denunciando el filo del sentimiento,
y prendía en cada suspiro mi aliento
cuando confesé pasar la frontera.

Palpitaba incrédula la ceguera
bajo las luces que se sucedían.
Y ellos que todavía no lo entendían
aguardaban en la sala de espera.

Se resistía la vida en mis latidos
y las sombras que todavía me infligen,
me exiliaron del templo del origen.
Pero el templo aún perdura en mis sentidos.

Me extrajeron la savia corrompida
y floreció la esperanza difusa,
pero cuando aún veía la oración confusa
vomité la muerte y absorbí  la vida.

Descubrí en un abismo insostenible
la sinceridad dolida de un padre
y el llanto inconsolable de una madre
entre el calor de un abrazo inasible.

Desnudé las psicofonías del alma
y presentí compasivo el engaño,
era como si no importara el daño
en el trágico manto de la calma.

Llegaste entonces como Ángel del cielo
infringiendo la intimidad del llanto,
y sin embargo desaté el espanto
profundo de ignorar el dulce anhelo

de tu alma ¿Cómo guardad la apariencia
si vi a un niño romper en un segundo
los vestigios de toda una existencia,
cuyo canto aún se insinúa profundo?

No pude sino esconder la mirada
y callar una tristeza inefable
sobrevolando el vértigo insalvable
de haber renunciado a todo por nada.

La inquietud de la sangre te nombró
en la lengua que interpreta la noche
y el verso ramificó en el reproche
que el orbe espolvoreado mitigó.

Pero aún el látigo de la memoria
azota indómito mi corazón
en el sueño de soñar tu perdón
y estimo esta disculpa obligatoria.

Porque aún cuando te atormente el vacío
y tu sombre te estorbe en el camino,
serás más un hijo en mi que un sobrino
y el más preciado tesoro de un tío.

domingo, 11 de noviembre de 2012

LA XANA

                        I
Sola, gira el búcaro en la última mesa,
inspirando inconsciente sobras irreales,
ahí, donde la hiedra serpea más espesa.
Alza y sortea entre los comensales

Su mirada, es tan bella y a la vez ausente…
que florece de ella la melancolía.
Y Hechizado en mi observación imprudente
hallo anudada su mirada en la mía.

Sostenida es un mundo en un suspiro
inefable aún para el mas Empíreo Poeta,
y es tan hondo el latido que la retiro
con pena. Ella juega con la servilleta.

Será el murmullo del indómito oleaje
¡Oh! Será el laste de una tristeza impar,
será que tan solo porto un equipaje
de sombras…será que muero sin amar.

Será el numen de sus reflejos marinos
¡Oh! Serán sus rasgos de dulzura verdadera,
pero empiezo a entrelazar nuestros destinos
como si desde siempre la conociera.

Reitera con estudiada indiferencia
su mirada hacia la intuición que le acecha,
lo asumo, y con una leve reverencia,
quizá nerviosa, confirmo sus sospecha.

Al fin la retira inyectada en un gesto
y desliza así, un mechón de su cabello
Yo mientras tanto miro hacia el lado opuesto
distraído por un efímero destello.


Y entre que lo distingo y que acabo el verso,
ella se despide con cierta cortesía
del camarero, que torna el saludo inmerso
en el caos grave de una hambrienta jauría.

Esquiva las mesas sin rumbo aparente,
vaga triste, figurándose discreta.
Empero se acerca y disimuladamente
la veo posar su mirada en mi libreta

con un torpe grado de curiosidad
que la hace infantil y la mantiene bella.
Yo sigo escribiendo con tranquilidad
y simulo no estar escribiendo de ella.

¡Ah! Se percata y despierta una sonrisa
en su rostro que al instante se ruboriza.
Siento a mi corazón latir más deprisa
rendido a la belleza que lo hipnotiza.

Aún la puedo ver tras el amplio cristal
alejarse por el paseo triste y errante
¡Oh! como si fuera una sombra espectral
barnizada entera por un sol radiante.

                       
II

Vagando, me adentro en la Plaza Mayor
y observo cada rincón pensando en la chica
triste, pues entiendo que sufre de amor
portando el lastre de un recuerdo que implica

Un dolor flamígero en su corazón.
Si supiera que el mio arde como arde el suyo…
y soy ceniza…¡Bendita la visión!
Pues, cavilando entre el festivo barullo

que bien se prolonga hasta el bello puerto, hallo
de nuevo a la chica triste entre la gente
reunida bajo los pies de Don Pelayo.
La descubro sentada en la misma fuente

agitando el manto de deseos que plagia,
turbado por las ondas, su gran belleza.
Se abrevia así, como por arte de magia 
el tiempo, al ver peinar con tal sutileza

sus cabellos barnizados por el sol
de la tarde que por momento abdica.
Su mirada profunda como el crisol
interpreta la noche y la purifica.

Comienzan los espectáculos folclóricos 
en la Plaza Mayor y salen a escena
personajes vestidos con alegóricos
ropajes. Se escuchan cantos de sirena,

o las penas de los rudos mineros
que alzaron Gijón entre ferrocarriles,
y poemas de galantes caballeros
tan pronto como romances pastoriles.

Suenan palmas, gaitas, flautas, castañuelas…
entre el taconeo que sugiera le danza
con la que cortejan a las damiselas
los mozos que portan aperos de labranza.

Entonces el barullo que ahora amenaza
con una estampida hacia el gran espectáculo,
se aglomera en el pórtico de la plaza.
Yo camino inhiesto, como un leve obstáculo

abriéndome paso entre la multitud
que me dificulta llegar a la fuente.
Me acerco al fin con voluptuosa inquietud
pero por más que miro la encuentro ausente.

                 
III 


Son los placeres de la melancolía
los que en esta playa incitan a sentir
la nostalgia intima del último día,
a unas horas tan solo, antes de partir.

Escribo en la arena y grabo en las estrellas
mi nombre como vestigio de la noche,
y siento en la trascendencia de mis huellas
el vértigo huérfano, cuyo reproche,

es la inquietud de no ser lo que yo hubiera 
sido. La otredad que eclipsa mi nombre.
La nitidez de mi sombra verdadera
es la flamígera extinción de un pronombre.

Huyo de un pronombre que ya no obedece .
Señor, yo vine para gritar y no oírme
y aunque crearas la luz que me pertenece,
masturbaría mis sueños para evadirme.

Se esfuma esta ausencia del Pensar que me halla
cuando avalada por la sedosa brisa,
veo a la chica triste vagar por la playa
imprimiendo la arena por donde pisa.

Vaga errante, casi difunta y tan sola..
cual Elogio del Horizonte infinito
que acoge en su regazo el rumor de la ola
para dejarlo en la roca siempre escrito.

Tiemblo ante el delirio de un deseo espectral
que evoca en mi alma el encanto de la musa
cuando en la quietud del lecho sideral,
se adentra ingrávida cual sombra difusa.

La soledad a desarmado su encanto
en el brillo de su mirada perdida,
y su último suspiro despierta un canto
cual lágrima de Selene que fue vida.

Rubén Suárez Valverde Agosto 2012 Gijón, Asturias.


jueves, 25 de octubre de 2012

Incendios


Sortilegio de cenizas que ofenden
el vértigo de un rostro enmarañado,
y flamígeras miradas se extienden
en el fondo del reflejo quebrado.
Imito las sombras que ya no sorprenden,
las visiones que el cielo me ha negado,
y surgen innatas voces que prenden
la furia muda de un puño cerrado.
Señor, mi voluntad no es la evidencia.
Pernocto en desahucios que no son dignos
y me elevo desnudo ante el papel.
Como el rostro ingrávido que silencia
la fría noche, enmarañado en signos.
¡Ah! Mañana quizá vuelva a ser piel... 

domingo, 21 de octubre de 2012

LO QUE TE QUISE DECIR AYER


Tú seguías hablando así, tan graciosa...
me mirabas y reías algo nerviosa,
desviabas la mirada, sonrojada
como una tarde de otoño nublada.
De carneola parecían tus mejillas,
de rubí consagrado las orillas
de tus palabras, pero ¡ay! tan graciosas...
Y como por un camino de rosas
ascendíamos entre la multitud.

Entonces la visión de mi inquietud
vi descender celebrando una broma
que seguro él causara. Aún su aroma
despertó la nostalgia en mis sentidos,
y aunque eramos dos desconocidos,
percibí su saludo telepático.
Todo parecía un complot enigmático
pactado entre el pasado y el destino
que forjó nuestro encuentro repentino
como una travesura del Dios Jano.

Ingenua, apretabas fuerte la mano
denunciando mi insustancial ausencia,
lo que sonreía amor, era la apariencia...

Curiosa te examinó toda entera
y aunque para ti fuera alguien cualquiera,
en mi seguía siendo el fantasma aquel
que aún habita el reverso de mi piel.
Te confieso que me descubrí en ella
cuando tornó a mi su mirada bella.

Esmeralda y fuego, infinito abismo,
firme terror de temerse así mismo,
mil rayos cárdenos, asfixia ingrávida,
evocó su mirada en mi alma impávida.
Era como si no importara el daño.

Sentí brotar el amor como antaño,
descubrí su luz profana en mis ruinas
y como por un camino de espinas
te alejabas cual recuerdo impostor
de mi vida, de mi alma, de mi amor....

Sentí en la mía la frialdad de tu mano
y tu voz como un murmullo lejano
que ya no entendía, anclaba en tus orillas.
Los dedos trotaban las barandillas
como furtivos de la realidad.
Yo te quise confesar la verdad
mas tartamudeó mi voz temblorosa
y tú seguías hablando, tan graciosa...

lunes, 3 de septiembre de 2012

Espejismo (EL ARTE DEL CUNNILINGUS)


                                       Espejismo
                            (El arte del cunnilingus)

Corona la albura mirto voluptuoso
y al paso húmedo que desnuda el camino
se respira el sabor del fruto jugoso.
Palpita ofrecido el monte Venusino

Al gozo venal de la Náyade oriunda,
que osada, profana el misterio abisal
con palabra erecta y se insinúa profunda
constelando la sonrisa vertical.

Como unos labios en silenciosa armónica
cuyo rumor impregna el oasis sagrado:
dulce paréntesis de humedad platónica
donde el delirio pernocta bautizado

Y serpea corpóreo el universal espasmo ,
sin más cobijo que la injuria incisiva
ni más elixir que el bostezo del orgasmo
descubre en la orilla de espuma lasciva.

Se funden en delicada antología
mordiscos y caricias como hambre y sed,
como Empírea decadencia de armonía
que el crepúsculo engalana a su merced.






lunes, 9 de julio de 2012

EL ÁNGEL


Pétreos constelan verde manto
como pételos del azar.
Pero sin él soy un ser impar
y me desangro mientras tanto,

porque la plástica opulencia
les consume y les emociona.
Saben que el tiempo no perdona
y lo ignoran con insolencia.

Sin más prolegómenos huyo
y convierto la muerte en arte
en caso de buscarla. Parte
de ella este presagio que intuyo.

Tú, Ángel de antemano perdido,
tú, Ángel que no acepta rima,
no esperes que mi sombra exprima
ya la censura del olvido

porque mi alma ya no te reza.
Aunque cada vez que te veo
la contención se torna en deseo
y se inquieta así mi tristeza.

Ángel que no me corresponde.
Y sé con absurda certeza
que un Ángel ignoto me reza.
Sé que hay un Ángel, pero no donde…

Portará la imagen que añoro
y un presentimiento de paz,
bajará de un luminoso haz
ondeando su cabello de oro.

Lo sé, porque así lo soñamos.
Ángel perdido ¿tú aquí?
Desnúdate despacio, si,
desnúdate, después hablamos.

domingo, 24 de junio de 2012

UN CUENTO SOBRE EL AMOR

LOS CUENTOS SIRVEN PARA DORMIR A LOS NIÑOS Y DESPERTAR A LOS ADULTOS*
Esta vez no comparto un poema, sino, un cuento: “Un cuento sobre el amor”. Pertenece a mi segundo poemario “Alaridos de un Poeta” y la idea surgió hace bastante tiempo, hacia el 2007 al recoger a un autoestopista aunque no madurara hasta el 2009-2010 en la que data la composición del poemario. “Un cuento sobre el amor” se sucede en un marco que desconoce las prisa y alteración mundana, pero en el que a pesar de esto, se sufren imposiciones que solo el sentimiento es capaz de abatir. Así, como ha de ser, en aquella tribu tan cercana, y digo cercana, que no la apreciamos, triunfó lo que hoy se está convirtiendo, si no se ha convertido ya, en un rango social, pero Zoraida y Mukhtar comprendieron lo que es el amor y amar. Espero que descifren y comprendan las metáforas del cuento que fecundo de verdades que no apreciamos en la vida y echaremos de menos en la muerte comparto. Os dejo con el cuento, que es la primera edición que se hizo de él, y espero que lo disfruten y lo compartan. *frase de Jorge Bucay que reza así en la portada de una de sus ediciones especiales: Los cuentos sirven para dormir a los niños y despertar a los adultos.
                                
                                               UN CUENTO SOBRE EL AMOR

Era un amanecer precioso, un amanecer que daba comienzo a un memorable día, el cumpleaños de Zoraida, aquel día Zoraida cumplía dieciocho años lo que en su tribu significaba la edad oportuna para concebir el matrimonio. La aldea olía a todo tipo de flores, estaban colgados todo tipo de utensilios que según decían los más sabios, atraían a la fecundidad ,la buena vida, la alegría y buena matanza para el presente año, si no ocurría nada fuera de lo normal antes del atardecer Zoraida estaría casada. Arfan, su padre y líder de la tribu, ya tenía todo preparado, había vendido la libertad de su hija por ropas y algún animal de granja, pues en aquella tribu era lo normal y tradicional que el padre eligiera con quien se debían casar sus descendientes, todo consistía en tener buen ojo para los negocios. El futuro esposo de Zoraida era el cazador con más éxito que había en la tribu, y eso era un mérito muy reconocido, un mérito que llenaba a Arfan de un orgullo propio de un líder por llevar a su hija al matrimonio con tal reconocido cazador, orgullo del que también hacía gala el padre del cazador por casar a su hijo, Asad con la hija del líder, Zoraida. Pero claro, como suele pasar en estos casos y para darle aún más sentido a la historia, Zoraida no quería casarse con Asad, era bien sabido y poco reconocido que el dueño de sus ojos era un pobre agricultor que tenía por nombre Mukhtar, y que éste, rondaba su ventana en las noches mientras que ella sigilosa salía de la cabaña en la que vivía y, los dos como sombras de un jardín en el que sólo floreciese luz y bajo la complicidad de la luna, corrían para no ser descubiertos, pero incluso en los jardines donde sólo florece luz hay malas sombras, y éstas fueron las encargadas en dar a conocer tal atrevimiento al líder Arfan, y claro, le surgió un enfado monumental y unas prisas impropias de su liderazgo que le apresuraron a forzar cuanto antes el matrimonio entre Zoraida y Asad. Zoraida no tenía posibilidad de cambiar el destino que le habían impuesto, y aún menos a estas alturas cuando faltaba poco menos de una hora para ofrecer su vida a alguien al que no quería, y que apenas conocía. Todo estaba previsto como quería su padre, pero ella fiel a su ingenio se le ocurrió algo, nada más ni nada menos que desafiar a su padre, el líder de la tribu, Arfan. Estaba completamente segura de que lo iba a negar, pero al menos había que intentarlo, y así lo hizo. Vestía el traje de novia y todos los adornos que requería la celebración del matrimonio, cuando se dirigió a los lujosos aposentos de su padre, y bajo el asombro de este le empezó a hablar: -Padre, usted ya sabe de mis encuentros con el joven agricultor Mukhtar y… -¡No!, no sigas por ese camino Zoraida- Arfan se dio la vuelta para clavar los ojos a los de Zoraida- Asad será tu marido, porque así lo han querido los dioses, así ha sido concertado. Ese chico, Asad es el único que está a tu altura y será el único hombre que dormirá en tu cama, él será el padre de tus hijos porque al menos es más hombre que Mukhtar-. - Pero padre…yo le vengo a proponer un desafío, una prueba, en la que si pierdo me someteré a su voluntad… - -¿Desafío? ¿Quién te atreves para desafiar a tu padre y líder de la tribu? - Por favor padre, escúcheme…- Zoraida ancló su mirada en la de Arfan, una mirada sumisa, dulce, y capaz de arrastrar a los hombres hasta el entendimiento, pues pocos padres se hubieran resistido a aquella mirada, y Arfan después de todo sólo era un hombre por mucho poder que mostrasen sus joyas. - Te escucho…-Arfan se sentó concentrado en sus palabras. - Pues verá padre…he ideado una prueba para ver quién de estos dos hombres es el que conviene a su hija, es decir, a mí. La prueba consistirá en llevar a Mukhtar y Asad a la montaña por separado durante un día… - Pero este es un invierno muy duro, no podrán sobrevivir- interrumpió Arfan. - Lo sé padre, por eso los dos llevarán leña para poder hacer hogueras, los dos llevarán los mismos troncos y sólo armas para defenderse de los animales pero no para cortar leña de ahí arriba. Los dos saldrán cuando amanezca junto a los hombres que llevarán los correspondientes troncos , los que lleven los troncos cuando finalice su tarea se vendrán dejándolos solos, el vencedor será el que aguante hasta el siguiente amanecer y perderá el que no aguante hasta el susodicho amanecer. Por eso padre, si Asad es tan buen cazador como se dice, estará acostumbrado a la dureza que ofrece la montaña, sin embargo Mukhtar sólo es un agricultor y no sabrá defenderse ante el frio y posiblemente muera, eso te asegurará que no tendré más encuentros con él. - Así es hija, Asad es un buen cazador y sabrá soportar el frio, pues ha soportado gélidas jornadas de caza, incluso de varios días seguidos- ( Pero claro, Arfan no contaba con que en aquellas jornadas no tenía los recursos limitados)- mientras que Mukhtar es sólo un agricultor que no está acostumbrado a semejante dureza, acepto. Aquel “acepto” iluminó la mirada de Zoraida. Arfan mandó buscar a Mukhtar y a Asad para llevarlos al centro de celebraciones de la tribu, una vez allí y ante el asombro de la tribu (pues era la primera vez que un líder de aquella tribu daba la oportunidad de elegir a su descendiente con quien se iba a casar) explicó en qué consistía la prueba ideada por Zoraida, el murmullo surgió de nuevo y entre el murmullo Zoraida corrió hasta Mukhtar para susurrarle: “ El amor es una llama”. Mukhtar la pudo mirar unos segundos antes de que se lo llevaran a la montaña. Una vez en la montaña, a cada uno de ellos le dieron los troncos correspondientes y necesarios para poder aguantar un día y una noche en aquella fría montaña, después se quedaron solos, tal y como requería la prueba. Habían llegado al anochecer sin muchas complicaciones, tenían comida, pues Zoraida también pensó en eso, sabía que si durante la prueba tendrían que cazar su propia comida, Asad contaría con especial ventaja, y eso iría en su contra. Tampoco se les acercó ningún animal con afán de devorarlos, y hasta hora el sol los había consolado con timidez del aliento frio que aquel invierno los brindaba, pero ahora llegaba lo más duro de la prueba, la noche. Ahora es cuando realmente la prueba adquiría sentido y dureza, ahora era cuando el aliento del invierno se envolvía en la piel temblorosa de nuestros valientes. Los dos empezaron a encender las sendas hogueras, pues aún no las habían encendido, pensaban que sería una ingeniosa estrategia contra sus rivales, curiosamente los dos pensaron lo mismo. Desde la ventana de la cabaña en la que vivía Zoraida, un rayo de luna partía en dos la falda de la montaña, al lado izquierdo Asad, al lado derecho Mukhtar. El frio cada vez se hacía más insoportable y el calor de la hoguera tan agradable que Asad no sentía pena alguna en echar leña a la hoguera, no sentía pereza en alimentar a aquel fuego con los troncos que le habían proporcionado, hasta que hizo una gran hoguera, tanto que se tuvo que alejar para no quemarse con las infinitas llamas que querían tocar el cielo. Había gastado todos los troncos, pero no le comían los remordimientos, pues todo era calor, incluso llegó a sobrarle alguna prenda, todo era alegría en su cuerpo y, de esa alegría surgían cánticos victoriosos y saltos sin control alrededor de aquella gigantesca hoguera, la cual soltaba un estela de humo que asfixiaban a las estrellas (o así me lo contaron ellas). El frio de la noche se posaba en la piel de Mukhtar, y claro, también permanecía a la luz de la hoguera, nadie en una noche como aquella se atrevería a negar el calor de una hoguera. Mukhtar recordó las palabras que dijo Zoraida “ el amor es una llama”, y no tardó en comprender su significado, alimentaría a la llama, a la hoguera, como si se tratase del amor. Empezó echando troncos a la hoguera pero racionalmente, comprendía que no serviría de nada echar muchos troncos a la hoguera al principio de la noche, porque de ese modo, no le alcanzarían hasta el amanecer. Mantenía una hoguera capaz de protegerle del frio insoportable de la noche, pero sin causarle demasiada calor, una hoguera capaz de mantenerle a una buena temperatura, así permanecía, pegado a ella, atento para echar los troncos según se desvaneciese la llama, una llama constante y agradable. Zoraida tenía la mirada fija en la montaña, (como toda la tribu) . Desde su ventana podía ver dos torres de humo, una al lado izquierdo y otra al lado derecho. La del lado izquierdo era una torre de humo que ascendía con fuerza que intentaba ocultar a la luna. En el lado derecho se veía una esquirla de humo que según ascendía iba desapareciendo en la oscuridad de la noche. Sonrió, porque ya intuía quien estaba en cada lado, sabía que Mukhtar había comprendido su mensaje, presentía que había ganado el desafío. La llama de Asad iba muriendo poco a poco, ya no le sobraba las prendas de las que hacía unos minutos se había despojado, ahora las buscaba por el suelo y se las ponía. La llama se desvanecía y el frio surgía de nuevo, aparentemente con más intensidad, pues todavía tenía el calor de la llama (de la que ahora sólo quedaban ascuas) en las manos, y no había pasado aún el ecuador de la noche. Se arrimó a las ascuas esparcidas, se acurrucó al lado de ellas, pero apenas le daban ya calor. Intentó soportar el frio sacando su fuerza, su resistencia, pero aquel frio era insoportable para cualquier hombre insensato. Ahora las estrellas y la luna le escupían unas ráfagas de frio que le obligaron a tener que volver junto con la tribu, a tener que abandonar el desafío. Ahora lo que más deseaba y echaba de menos era el calor de una llama. Se divisaba a lo lejos una silueta oscura al pie de la montaña, los guardias de la tribu se pusieron a alerta por si era algún espía de las tribus cercanas, era Asad, pronto lo reconocieron. Venía tan helado que no podía apenas hablar ni juntar los dedos, no hubo tiempo para explicaciones, le tuvieron que tumbar junto a una hoguera y arroparle con mantas. Zoraida ahora sí sabía que había ganado el desafío. Arfan atónito, pidió precaución, después de todo Mukhtar no había llegado aún. Los nervios de Zoraida florecían al compás del día, el sol empezaba a salir y Mukhtar no regresaba. Estaba sumergida en un mar de preocupaciones cuando unos gritos la hicieron salir a flote, Mukhtar regresaba. Traía consigo una cara de satisfacción a pesar de que no sabía si Zoraida sería su mujer, pero a pesar de todo había conseguido sobrevivir, y eso después de todo, era algo que no se esperaba. La sonrisa de Zoraida fue quien le comunicó el éxito y aquel abrazo que terminó en un apasionado beso fue quien lo corroboró. Había conseguido ganar el desafío y lo que era más importante sería el marido de Zoraida, el marido de la mujer a la que amaba y eso era si cabe aún más inesperado que su supervivencia. Arfan, desilusionado, (pues no se esperaba el triunfo de Mukhtar ni el pobre ajuar que el agricultor podía ofrecer por su hija) mandó de nuevo a preparar la ceremonia no con tanta satisfacción como la primera vez. Todo estaba ya en orden con lo cual resultó rápido. Minutos antes de la boda, Arfan desilusionado pero a la vez consolado por la valentía y sensatez del agricultor, fue a hablar con Zoraida, le intrigaba el por qué Zoraida sabía que iba a ganar Mukhtar. - Has conseguido lo que querías, debes de estar contenta. - Si padre, estoy contenta. - Dime…¿Cómo sabías que iba a ganar Mukhtar? - Yo no lo sabía padre, simplemente Mukhtar me ha enseñado que sabe amar, que entiende lo que es el amor-. Las palabras de Zoraida dejaron perplejo a Arfan. - ¿Cómo? ¿Qué tiene que ver eso con la prueba? No lo entiendo… - Pues verá padre, usted ya sabe que yo tenía encuentros con Mukhtar, que estaba tan enamorado de mi como yo de él, llevábamos tiempo viéndonos y en ese tiempo me enseñó que sabe amar, sabe que en el amor no sirve dar todo al principio si según pasa el tiempo dejas de darlo, sabe que el amor es una llama, la llama que le ha mantenido vivo esta noche, la llama que le ha hecho ganar el desafío, porque a diferencia de Asad, Mukhtar fue echando troncos a la hoguera según requería su llama, según fue siendo necesario para combatir el frio, fue constante a la hora de avivar la llama, y eso es necesario en el verdadero amor, es necesario para que dure, para que arda. ¿De qué me serviría a mi tanto a calor al comienzo de la hoguera si después me muero de frio? Padre, sé que los dos me aman, yo sólo amo a uno, a Mukhtar, el amor no se elige, pues quien al amor elige al amor inflige su condena, y por supuesto- finalizó- había que intentarlo. Arfan se quedó cabizbajo meditando en soledad, pesaba demasiado la lección que acababa de aprender. “ El amor es una llama” ,“ el amor no se elige”, todo esto le rondaba en su cabeza, se preguntaba cómo podría haber estado a punto de elegir el amor de su hija si no podía elegir el suyo mismo, un amor, que después de todo ya no le pertenecía. Zoraida estaba radiante, preciosa, espectacular, cuando se dirigía al altar, allí estaba toda la tribu esperándola y entre su gente estaba Mukhtar, que la esperaba ansioso al lado de Arfan ( ya que el líder es quien casaba a las parejas). Ya debajo de aquel arco de madera forrado de flores, Mukhtar y Zoraida entrelazaron sus dedos, se miraron y conteniendo las ganas de besarse ante la atenta mirada de los invitados que aplaudían alegremente, Arfan dio comienzo a la ceremonia. En pleno ritual Arfan seguía pensando en las palabras de Zoraida, se le grabaron con fuego aquellas palabras, tenía una necesidad tremenda de contárselo al resto de la tribu, no podía seguir con aquella tradición, no podía dejar que el resto de la tribu la siguiera, entonces afloró la impulsividad en él, e interrumpió la boda bajo el asombro de toda la tribu para decir unas palabras, palabras que había estado meditando en soledad: -Hoy he aprendido algo muy valioso, algo que debo compartir con el resto de la tribu- La tribu murmuraba intrigada-¡Silencio!- Todos se callaron-…Como decía, hoy he aprendido algo muy valioso, he aprendido que el amor es una llama- Zoraida sonreía, nadie que estuviera presente lo hacía- Que al amor no se le debe de elegir, es el amor quien nos elige a nosotros, no nos debemos creer los dueños del amor, porque no lo somos, nadie debe obligar a nadie a amar, ni al prójimo ni al él mismo, ni a romper una relación…ni si quiera a evitarla si en ella habita el amor…por eso a partir de hoy queda totalmente prohibido hacerlo, sólo se casaran quienes estén enamorados mutuamente y a la edad que quieran.- La tribu estaba totalmente confusa, emocionada, satisfecha, les parecían propio de un buen líder tomar aquella decisión, pero claro, como ya dije, incluso en los jardines donde sólo florece luz hay malas sombras, y estas no estaban de acuerdo, pero al ser claramente minoría la nueva ley se llevaría a cabo- Ahora continuemos con la ceremonia- Prosiguió Arfan. Ahora la ganas de besarse se convirtieron en un beso, en una abrazo bañado por una lluvia de flores y arroz, ritual que según los más sabios atraía a la fecundidad. Y entre aquella lluvia Mukhtar se llevó a Zoraida en brazos hasta su nueva cabaña, allí serian presos del amor, de un amor que los eligió.

martes, 17 de abril de 2012

EL ÚLTIMO BESO

Ya no eran húmedos ni sinceros.
Ya no manifestaban pasión
siquiera nuestros últimos besos.
Dime, ¿Qué será ahora del amor
que jurábamos sería eterno?
¿Quién de nosotros dos escribió adiós
en las cenizas de nuestro fuego?
Se incrustaran en el corazón
antes de que se la lleve el viento
para inmortalizar bajo el sol
nuestro amor en forma de recuerdo.

Que habrá sido me pregunto yo
de nuestros apasionados besos
si el tiempo los convirtió en fricción
carnal de lo que llamamos miedo,
Y aunque todavía guardo el sabor
de tus labios, ya no soy su dueño.
En realidad no sé la razón,
pero esta noche sin saberlo
algo ha muerto entre nosotros dos.
Nos hemos dado el últimos beso
con tristeza pero sin dolor.

sábado, 10 de marzo de 2012

El arcano de la belleza

¡Oh! Díganme eternas insatisfechas,
qué buscan vuestras súplicas desechas,
qué buscan, díganmelo por clemencia,
no puedo estirar más la inteligencia.

¿Buscan por ventura un molde adecuado
de tamaño viril y proporcionado?
¡Oh! Perecerá, no les hará gracia
cuando la mutación se muestre lacia.

No me miren así, no se me ofendan,
no me penalicen ni se desprendan
de la lectura (no me mires así,
es solo que aún no te conozco a ti).

Qué piden vuestras súplicas al cielo,
qué virtud satisfaría vuestro anhelo.
Por no descartar…¿el rango de un nombre?
¡Oh! No pidan mucho, solo soy un hombre.

Qué claman vuestros rezos concordantes,
qué Ser santificado os conmueve antes,
¿Las almas sinceras y detallistas?
No se impugnen, no se pasen de listas,
no las valoran, que así me he ofrecido
y soy pasto sustancial del olvido.

¡Oh! Maldito mito es el del amor,
sumaré otra derrota a mi dolor.

¡Por favor, qué suplica vuestro cántico!
¿busca tal vez el reflejo romántico?
No lo valoran, que así me he ofrecido
y de todo esto nada me ha servido.

No sé rentabilizar mis enfados
para ganar vuestros encadenados
corazones. ¡Oh, divino misterio,
que una fibra de él sea mi cementerio!

Qué buscan, si después son inasibles
para quintetos suaves y sensibles.
¿No buscaran solo por mal pensar,
compañía para poder remediar
el absurdo caos de la soledad?
No os ofrezco en vano mi Identidad.

Decidme voluptuosidad celeste,
descifren el misterio que conteste
a la inquietud de mis sospechas.
¡Oh! decidme eternas insatisfechas.