Tú seguías hablando así, tan graciosa...
me mirabas y reías algo nerviosa,
desviabas la mirada, sonrojada
como una tarde de otoño nublada.
De carneola parecían tus mejillas,
de rubí consagrado las orillas
de tus palabras, pero ¡ay! tan graciosas...
Y como por un camino de rosas
ascendíamos entre la multitud.
Entonces la visión de mi inquietud
vi descender celebrando una broma
que seguro él causara. Aún su aroma
despertó la nostalgia en mis sentidos,
y aunque eramos dos desconocidos,
percibí su saludo telepático.
Todo parecía un complot enigmático
pactado entre el pasado y el destino
que forjó nuestro encuentro repentino
como una travesura del Dios Jano.
Ingenua, apretabas fuerte la mano
denunciando mi insustancial ausencia,
lo que sonreía amor, era la apariencia...
Curiosa te examinó toda entera
y aunque para ti fuera alguien cualquiera,
en mi seguía siendo el fantasma aquel
que aún habita el reverso de mi piel.
Te confieso que me descubrí en ella
cuando tornó a mi su mirada bella.
Esmeralda y fuego, infinito abismo,
firme terror de temerse así mismo,
mil rayos cárdenos, asfixia ingrávida,
evocó su mirada en mi alma impávida.
Era como si no importara el daño.
Sentí brotar el amor como antaño,
descubrí su luz profana en mis ruinas
y como por un camino de espinas
te alejabas cual recuerdo impostor
de mi vida, de mi alma, de mi amor....
Sentí en la mía la frialdad de tu mano
y tu voz como un murmullo lejano
que ya no entendía, anclaba en tus orillas.
Los dedos trotaban las barandillas
como furtivos de la realidad.
Yo te quise confesar la verdad
mas tartamudeó mi voz temblorosa
y tú seguías hablando, tan graciosa...
Entonces la visión de mi inquietud
vi descender celebrando una broma
que seguro él causara. Aún su aroma
despertó la nostalgia en mis sentidos,
y aunque eramos dos desconocidos,
percibí su saludo telepático.
Todo parecía un complot enigmático
pactado entre el pasado y el destino
que forjó nuestro encuentro repentino
como una travesura del Dios Jano.
Ingenua, apretabas fuerte la mano
denunciando mi insustancial ausencia,
lo que sonreía amor, era la apariencia...
Curiosa te examinó toda entera
y aunque para ti fuera alguien cualquiera,
en mi seguía siendo el fantasma aquel
que aún habita el reverso de mi piel.
Te confieso que me descubrí en ella
cuando tornó a mi su mirada bella.
Esmeralda y fuego, infinito abismo,
firme terror de temerse así mismo,
mil rayos cárdenos, asfixia ingrávida,
evocó su mirada en mi alma impávida.
Era como si no importara el daño.
Sentí brotar el amor como antaño,
descubrí su luz profana en mis ruinas
y como por un camino de espinas
te alejabas cual recuerdo impostor
de mi vida, de mi alma, de mi amor....
Sentí en la mía la frialdad de tu mano
y tu voz como un murmullo lejano
que ya no entendía, anclaba en tus orillas.
Los dedos trotaban las barandillas
como furtivos de la realidad.
Yo te quise confesar la verdad
mas tartamudeó mi voz temblorosa
y tú seguías hablando, tan graciosa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario