NOCHE POÉTICA

NOCHE POÉTICA

POESÍA
La poesía es tan solo otro camino
distinto hacía la temida muerte.
La poesía es el placentero orgasmo
del corazón y sus sentimientos.
Y yo un lujurioso peregrino
que camina errante entre los versos.

R.S.V.



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sábado, 1 de diciembre de 2012

El látigo de la memoria ( A mi sobrino Álvaro Suárez)


Dije el otro día que estaba escribiendo uno de los poemas más íntimos de mi vida, pues a este me refería se lo dedico a mi sobrino Álvaro:

Lloraban un cuerpo rígido: el mío.
Y arropando el caos de un último adiós
suplicaban la palabra de Dios.
Realmente mi cuerpo estaba vacío,

Tan solo era el límite de los hombres,
ya no era más de lo que podían ver,
a lo sumo era el sudario del ser
o el escenario feroz de dos pronombres.

Mil rayos cárdenos, voces, visiones…
Descendí de la inefable tormenta.
La mirada brotó sin darme cuenta
mientras la vida inflaba mis pulmones.

Y sentí el llanto maternal flamígero
quemando cada uno de mis rincones…
yo me sentía enfundado en confusiones
interrogando al pensamiento alígero.

La noche dolía pero no lloré
¡Ah! Ni me arrepentí, ni me arrepiento,
pero desde el alma juro que te miento
si digo que de ti no me acordé.

Entonces todo se tornó en realidad
y te juro que no lloré llorando,
y te juro que lo sigo pensando
y te juro que estoy loco de verdad,

Y que solo la poesía me sostiene
y mitiga la inquietud que me habita.
Que poesía es el rumor de esa carita
y la dulzura que tu risa tiene.

Desahucié el alma en la sordera
denunciando el filo del sentimiento,
y prendía en cada suspiro mi aliento
cuando confesé pasar la frontera.

Palpitaba incrédula la ceguera
bajo las luces que se sucedían.
Y ellos que todavía no lo entendían
aguardaban en la sala de espera.

Se resistía la vida en mis latidos
y las sombras que todavía me infligen,
me exiliaron del templo del origen.
Pero el templo aún perdura en mis sentidos.

Me extrajeron la savia corrompida
y floreció la esperanza difusa,
pero cuando aún veía la oración confusa
vomité la muerte y absorbí  la vida.

Descubrí en un abismo insostenible
la sinceridad dolida de un padre
y el llanto inconsolable de una madre
entre el calor de un abrazo inasible.

Desnudé las psicofonías del alma
y presentí compasivo el engaño,
era como si no importara el daño
en el trágico manto de la calma.

Llegaste entonces como Ángel del cielo
infringiendo la intimidad del llanto,
y sin embargo desaté el espanto
profundo de ignorar el dulce anhelo

de tu alma ¿Cómo guardad la apariencia
si vi a un niño romper en un segundo
los vestigios de toda una existencia,
cuyo canto aún se insinúa profundo?

No pude sino esconder la mirada
y callar una tristeza inefable
sobrevolando el vértigo insalvable
de haber renunciado a todo por nada.

La inquietud de la sangre te nombró
en la lengua que interpreta la noche
y el verso ramificó en el reproche
que el orbe espolvoreado mitigó.

Pero aún el látigo de la memoria
azota indómito mi corazón
en el sueño de soñar tu perdón
y estimo esta disculpa obligatoria.

Porque aún cuando te atormente el vacío
y tu sombre te estorbe en el camino,
serás más un hijo en mi que un sobrino
y el más preciado tesoro de un tío.

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