Ven,
ampáranos tú, ¡oh! madre del cielo,
guárdanos
bajo ese manto de luto
y haznos dignos de tu sagrado fruto
porque
sacias la sed de nuestro anhelo
y
eres causa de nuestra devoción.
Recíbenos
con divina ternura
pues
coronas el dolor, virgen pura,
en el dulce seno de tu corazón
y
alumbra a Fuensalida con la luz
que
irradia Madre, tu inmensa piedad.
Guíanos
¡oh! Virgen de la soledad
por
el camino que erigió la cruz
De tu hijo hacia nuestra salvación.
Escucha
patrona, bella alcaldesa,
como
Fuensalida confiesa
en una sola voz su devoción.
A
ti elevamos Madre Celestial
de
perlado llanto nuestra oración:
no
nos dejes caer en la tentación
y
protege así a tus hijos del mal
para
hacernos propicios del bien
y
seguir los pasos de tu doctrina.
Bendita
tu gloria Madre divina
y
bendita sea tu pureza. Amén
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